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jueves, 17 de julio de 2014
Este poema se lo quiero dedicar a un buen amigo, el mismo que un día llamó a mi puerta y me dijo: "María, te necesito, o yo solo no podré salir de esto". En él tan solo he pretendido plasmar un instante de la agonía que lleva viviendo desde hace un tiempo, y por respeto a él omitiré su nombre, aunque sabrá perfectamente que es a él a quien van dedicados estos versos.

AÑORANZA DE UN “TE QUIERO”
Podría estar balanceándome en el filo de una espada,
hablar con los muros silenciosos de mi casa,
escudriñar en los rincones de mi infancia,
y nunca, poder decirte un, te
quiero.
Y desangrarme entero en los
campos de retama
añorando un pasado muy lejano,
o soñar despierto en tus pisadas y en un futuro venidero,
y nunca, poder decirte un, te
quiero.
Son tan largas las charlas con la almohada,
y tan sordos y penosos los silencios,
que presiento que una vez
llegada el Alba,
rozando con mis dedos los
quiebres de su tela,
volverán a punzarme en el
alma tus recuerdos,
y nunca, volveré a decirte un, te quiero,
Ni el haber posado mis
labios en tu pelo,
ni sentir tu aliento endulzar la noche eterna,
ni que erices con tus sentidos el vello de mi cuerpo,
conseguirán borrarme esta gran pena.
Mis ojos, gemelos de los tuyos, no reflejan tu mirada,
mi cuerpo, arrullo de tus sueños, no recibe al tuyo en esta cama,
y mi voz, trémula y sedienta de tu voz, ya no sabe darle sentido a las palabras,
pero, por decirte de nuevo un, te quiero,
me arrancaría yo mismo las entrañas.
©María
Serralba 170714
miércoles, 16 de julio de 2014
De muchos es sabido que en ocasiones se ha de proceder a la exhumación de un cadáver, eso consiste en desenterrar el cuerpo del lugar dónde reposaba hasta el momento y hay muchas circunstancias que pueden conducir a ello por ejemplo: el espacio, ya que el nicho donde esta enterrado es pequeño y ha de albergar otro cadáver; cuestiones urbanísticas que obligan a realizar tareas de remodelación del tratado del campo santo; temas legales -estos se daban muy frecuentemente en la antigüedad cuando se sospechaba que el enterrado o bien, no era quien se suponía que era, o bien, la muerte no había sido por causas naturales tal como se indicaba-. Una de las exhumaciones más conocidas fue la que realizo el doctor Guillard, medico de la expedición francesa que se encargó de repatriar los resto de Napoleón en Santa Elena el 15 de octubre de 1940.
Las labores de exhumación está de más deciros que son sumamente desagradables tanto emocional -en caso de estar la familia presente-, como visual y olísticamente hablando. Recuerdo que mi abuela en ocasiones, y atendiendo a mi morbosa curiosidad de niña por saber todo de todo, me narraba algunos casos que habían tenido lugar en su época y os puedo asegurar, que parte de ellos los recuerdo vivamente igual que ella, que los recordaba con todos lujo de detalles a pesar del tiempo transcurrido tanto es así, que su mayor temor no era el hecho de morir, ya que decía que eso era ley de vida, sino que se confundiesen y la enterrasen con vida creyendo que estaba muerta. Igual os parecerá una tontería lo que os estoy narrando pero tened en cuenta que en otros tiempos había enfermedades que "aparentemente" daban todas los síntomas de que el individuo había pasado a mejor vida -como se suele decir-, sin embargo estaba bajo una catarsis, cosa que algunos médicos, y más en zonas rurales, todavía no tenían muy controlado el tema.
Recuerdo bien una historia en concreto que me narró en la que tras una reyerta entre dos familias tuvo lugar una serie de muertes. Al tiempo, cuando por razones urbanísticas, como os decía antes, se removieron algunas sepulturas, los que acudieron como testigos quedaron horrorizados ya que a los enterrados, tres en concreto, dos hombres y una mujer embarazada- se les encontró sepultados boca abajo; ¿qué mente retorcida maquinó dichos enterramientos par que en el caso de que no estuviesen del todo muertos y quisiesen salir, no pudieran hacerlo de ninguna de las maneras ya que lo único que harían al escarbar sería, cómo podríamos decir literalmente hablando, escarbar su propia tumba?
Dejando de lado este tétrico tema, tan solo he querido utilizarlo a modo de introducción para explicaros en qué voy a emplear el mes de agosto. Un buen amigo y yo nos hemos marcado una meta muy complicada pero al tiempo sumamente apasionante y didáctica, exacto, una exhumación, pero en este caso, en lugar de ser un cadáver va a ser un alma, un alma atormentada que su único refugio era revelar su inquietud sobre un lienzo con un hermoso dibujo, o sobre un papel con un relato enternecedor, o incluso, sobre el oído atento de quien se dignaba a escuchar sus sabias y meditadas palabras. Esa alma que fue enterrada en el camposanto del olvido de las artes, desde la distancia, desde ese otro lado donde todo se diluye como una bruma y que solo da pie a retazos de una vida que nunca alcanzará la plenitud de lo que llegó a ser la persona, nos ha estado llamando constantemente para rogarnos con versos hambrientos e implorantes, que la rescatemos, que juntemos todas sus piezas y que como si se tratase de un gigantesco puzle de pinceladas de colores y palabras rimadas con los rayos vivaces del sol de primavera, le insuflemos de nuevo vida.
Este ambicioso proyecto ya tiene fecha para su puesta de largo, será el 15 de febrero del 2015 y estoy segura que a muchos sorprenderá, enternecerá, conmoverá, apasionará y un largo etcétera que si eres de los que vive por y para compartir cultura, lo sabrás apreciar y hasta ahí lo que os puedo contar sobre él, tan solo pediros un poco de paciencia, la que nos va a hacer falta a mi amigo y a mi para refundir en unas pocas páginas 100 años de las vivencias de un alma.
viernes, 11 de julio de 2014
On 23:14:00 by María Serralba in Baúl recuerdos, Describiendo una imagen, ENTRE AMIGOS, InfoBlog, LA TRASTIENDA, Ventana Cultural Sin comentarios
Dedicado a mi gran amiga María Serralba, quien ha tenido la gentileza de dedicarme un precioso relato titulado "Dos mares y un destino". Yo no he querido ponerle título al mío, porque este humilde relato no es más que una contestación, o réplica, al suyo.
Caminaba por la mar verdosa de los olivos sin saber hacía qué sitio me dirigía. Solo puedo recordar dos cosas de aquel paseo, que se trataba de algo real, no soñado ni pensado ni imaginado, y que iba solo. Acababa de dejar a Ibáñez, que había venido a hablarme de los problemas de su familia. Habíamos tomado café en la casa de los Montes Orientales; por un momento lo vi avanzar por el pasillo y reflejarse en el espejo, que en todas las casas antiguas, preside el final del corredor angosto y fresco. Ibáñez paseaba su altura y superaba la de los cuadros que se repartían irregularmente por el pasillo. ¡Tan serio y tan lleno de fantasía!
Ibáñez no parece hecho de olivar, ni de carne y hueso, sino de mar. Observa la historia que me contó y que yo voy recordando durante mi paseo por los esquejes de verdes y marrones. Y como tiene mucho que ver contigo, la hago mía:
“Cabalgaba sobre una ola de blancos y verdes, de aire y de ondulada agua, como si fuese un argonauta, alguien que no desea llegar a puerto sino navegar, navegar por el mar de las esquinas, cuando sentí una llamada hecha cantar, que decía:
Por la mar de las esquinas,
Alguien camina, sin navegar;
Una voz amiga me llamaba
Sin gritar, mientras decía:
Ven amado mío a mi otro mar.
-Ibáñez -dije en un ataque de sinceridad-, esa llamada es el fruto de tu gran imaginación.
-Que sepas que, estando todas las aguas de este mundo unidas, forman mares diferentes porque la mar está llena de esquinas y cada esquina transforma un mar en otro.
Los versos iban resonando en mi cabeza como golpes de tambor, machaconamente, reiteradamente, cada vez con más fuerza.
Ven, amado mío, a mi otro mar.
No puedo decir si fue real o resultó ser el fruto de mi imaginación pero me vi cabalgando sobre mi ola, la que a ti me acerca y la misma que de ti me aleja, cuando desaparecí en las aguas y, tras unos minutos de inmersión, acabé encontrando otra ola que me subió a la superficie, como pez que ansía ver el horizonte y sabe que posiblemente ya no vuelva más a las profundidades en las que encuentra su hábitat.
Así cambié de mar. Así llegué a la mar que se ve cuando se mira al del este, cuando en la mía tengo que dirigir la mirada hacia el sur.
Allí me esperabas tú cantando la canción que yo escuché antes de atravesar la esquina que me condujo hasta el bello lugar de las amanecidas con reflejos de sal.
Tres días después le conté lo sucedido a Ibáñez. ¿Sabes que me respondió?
-La mar de las esquinas es así, muchacho.
Desde ese momento duermo mal porque lo único que deseo es volver a escuchar aquella canción que terminaba como ya he dicho:
On 12:37:00 by María Serralba in Baúl recuerdos, Describiendo una imagen, ENTRE AMIGOS, InfoBlog, LA TRASTIENDA, Ventana Cultural 1 comentario
Dedicado a mi buen amigo Antonio Espinosa, que es el que me ha inspirado para escribir este bello relato con una simple frase: "Tu mar mira al este y el mío, al sur", haciendo alusión a nuestra situación geográfica, ya que él es de Granada y yo, de Alicante. Él a su vez ha escrito otro muy bello en respuesta al mío titulado: "Las esquinas de la mar".
Tu mar miraba al este, el mío, siempre al sur,
pero a pesar de ello una corriente juguetona quiso cambiar su curso habitual y en las
profundidades marinas hizo que ambos se encontraran.
Como el tul de una bailarina, mi mar, ondulante,
suave y cálido, esperó sinuoso deseado el encuentro con el tuyo mientras que en
la lejanía, te veía ansioso aproximarte, veloz, intimidatorio y con una energía
desbordaba que hacía que las puntas voraces de los arrecifes pareciesen
esponjas de mar cuando estrellabas tu cresta dominante contra ellos.
Está amaneciendo y todavía te espero, y la tenue
luz del alba ha delimitado una fina línea donde se prevé dicho encuentro; y
estoy nerviosa, lo confieso, nunca he mezclado mis aguas tranquilas y trémulas con
un torbellino y eso es lo que temo, que al hacerlo, mi fondo cristalino deje de
ser el espejo donde los niños se miran y juguetean con los dedos de sus pies
buscando pececillos, o donde la luna
refleje su belleza en la soledad de un horizonte infinito. Pero lo mismo que
temo tu encuentro lo anhelo, amado mío, y sigo esperando que el rugir feroz del
arrecife anuncie tu llegada con un trueno, y que las puntas chispeantes de tu
impacto se diluyan como pétalos de nenúfares dormidos y uno a uno, vayan
arribando a mi mar, el del este, el que ve salir el sol antes que el tuyo y el que
adormece cuando el tuyo, aun no está dormido.
El sol ya está naciente y todavía espero
pacientemente a que las aguas de tu mar se calmen y te dejen
llegar junto a mí, amado mío, y que la bruma que genera el chapoteo de la gente
al bañar sus cuerpos en mi tul de lentejuelas verdes, me envuelva entre sus
brazos y me arrulle con cánticos de nana como un recién nacido, solo así no
será tan dolorosa mi espera, solo así lograré que este cansino día se torne
luminoso y que mis temores se borren, y se escondan como ermitaños en sus
conchas hasta llegar a desaparecer algún día.
¿Ha sucedido algo en tu travesía? ¿Es que no ves la línea que trazo con mis brazos que te indican que estoy a la espera de tu cercanía? Quizá alguna gaviota juguetona haya querido borrarla con sus idas y venidas, lo cual me crea un profundo desconcierto, ya que se ha puesto el sol en la lejanía y el fondo de tu mar, de un oscuro tenebroso, acecha al mío a cada instante, pero no noto que ciña con sus manos la cintura de mis olas, ni quiera compartir esta dicha que me embriaga. No entiendo lo que ocurre, amado mío, ¿por qué tu mar, el
del sur, no quiere cruzar la línea?
©María Serralba
domingo, 6 de julio de 2014
Hoy amigos me permito ofreceros un triste relato plagado de matices, sentimientos y congoja que me ha remitido un buen amigo. Dicen que, a los que nos gusta escribir, el hacerlo es como la prolongación de nuestra propia alma y de nuestro sentir. Por varias razones omitiré su nombre, el hecho es sumamente reciente y sé que todavía está digeriéndolo, sin embargo él quería que este "testamento del corazón" fuera compartido en mi blog por muchos motivos, así pues, sin más preámbulo, paso a citar sus propias palabras:
Querida María, quiero ofrecerte el escrito que resume mejor que mis palabras la triste existencia en que ha quedado este ser. Tu amigo está pasando por los peores días de su vida. Ese amor que llegó sin avisar, verdadero, profundo, sincero, real y pleno, que he tenido la fortuna de vivir durante varios años, todos maravillosos y pletóricos, amor que me ha hecho olvidar el resto de mis ya considerables años de vida, ya no está a mi lado. Y lo más doloroso de todo es que esa separación ha sido producto de presiones externas relacionadas con un pasado que se niega a cerrarse y por personas que se alimentan por el rencor y la codicia por cuenta ajena.
Las circunstancias fueron condicionando poco a poco nuestro universo, lleno de sueños e ilusiones, para convertirlo en algo insostenible, que ha abocado a que mi pareja decidiera que tenía que terminar, por propias razones de peso que admito y entiendo perfectamente. Otro guión importante que no voy a desarrollar, si es que quiero terminar este escrito sin que las lágrimas emborronen las líneas.
Querida María, ¿qué puede haber más doloroso que perder al amor de tu vida, estando más enamorado que nunca? ¿Cómo se puede entender una ruptura cuya despedida fue tan efímera como un "tomémonos un tiempo para pensar"? Pero, qué es lo que había que pensar, qué es lo que había que meditar, qué es lo que había que recapacitar, ¿la manera de mitigar el dolor de la separación, incluso, del olvido?
Mi vida hoy se ha convertido en una existencia solitaria, cuajada de dolor, desolación, amargura y añoranza. La veo en cada rincón, la siento en cada suspiro, la echo de menos en cada segundo, le hablo en mi soledad y, sin embargo, no sé de ella desde el momento de nuestra separación, entre otras cosas, por que quiero respetar su deseo.
Esta espera es un calvario que me devora desde que despierto hasta que, exhausto, consigo dormirme... o trato de hacerlo. Y yo, que sabes que soy de fácil pluma, y que estas mágicas teclas debajo de mis dedos convierten mis pensamientos en palabras que, por su vía natural, no saldrían así de fluidas, opté por escribir lágrimas, en lugar de verterlas.
Eres la primera persona a la que escribo sobre mí y sobre mi destruida vida, porque sé que siempre has leído en mis escritos más de lo que nunca escribí, y es por ello que también te voy a ofrecer uno de esos escritos de desesperación, añoranza y amargura, y porque sé también que tu mente de escritora sabrá entender mucho mejor lo que ocurre dentro de este ser. Te lo ofrezco como un regalo para tus colaboraciones literarias, sabiendo que, si decides publicarlo, le darás el mejor tratamiento que seas capaz de proporcionarle.
Así, pues, te ofrezco el "testamento de mi corazón" ya que creo que resume mejor que nada la triste existencia en que ha quedado este ser. Cuídalo como si fuera tuyo, como si fuera una parte de mí... que lo es. Un beso, María, y gracias por estar siempre ahí.
Con cariño y admiración tu amigo incondicional, o lo que queda de él.
martes, 10 de junio de 2014
Poema realizado a raíz de la publicación de mi novela LA ESTRELLA PÚRPURA.
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HISTORIA DE MARCELLUS, UN PRETORIANO
Dicen que en la antigua Roma se vivía con descaro,
se amaba, entre copa y copa con el mulsum en la mano,
y se adoraba a muchos dioses,
y mataban sin reparos al que no anduviera atento o hablase sin cierto recato.
Llegadas las Saturnales, donde todo se intercambia,
siervos, señores, tareas, regalos y hasta viandas,
la sierva Miriam pidió la libertad a su señora,
a fin de preservar su estirpe, con su vida, a toda costa.

Nadie pudo sospechar que la esclava, en sus entrañas,
escondía, a buen recaudo, el fruto de su esperanza,
el nacido del amor con un sabio magistrado,
de toga púrpura y claudia, y posición destacada.
Viéndose que con la edad, sus horas eran contadas,
la Augusta Helena aceptó la petición de su esclava,
pero a cambio, le rogó, que al Bósforo le acompañara,
junto a una expedición de camellos y jirafas.
La sirvienta fiel, aceptó, es más, estaba encantada,
su señora había dicho que, al fin, sí la libertaba,
y recogiendo sus cosas ni ponerse sus sandalias,
del palacio se alejó, con más de dos mil criados y por supuesto escoltada.
Debido a su posición de criada destacada,
a Miriam todos rehuían dirigirle la mirada,
anduvo tras su señora y el triclinium de esmeraldas,
que los esclavos mecían al vaivén de sus zancadas.
Llegado el amanecer, Miriam notó en sus entrañas,
un extraño escalofrío, el niño la reclamaba,
su hijo llegaba sano al despuntar la mañana,
y con él, un gran revuelo y alboroto se creaba.
“El niño que nace vivo cuando va de caravana,
es siempre un mal augurio” –dijeron muy alarmados,
los arúspices reales, que no creían en nada,
tan solo, en rancios brebajes y pócimas emponzoñadas.
La Augusta Helena no habló, pero tumbada entre almohadas,
escuchaba murmurar a la gente a sus espaldas,
y extendiendo sus dos manos con joyas, ensortijadas,
reclamó a sus soldado, el hijo de su fiel esclava.
A un gesto de mano alzada, el general indicó detener la caravana,
el gentío se alarmó, ¿a qué santo esa demora?
Y llamando a un centurión, le ordenó que sin tardanza,
le condujera ante él a la esclava embaucadora.
Tomándolo de los brazos de la madre protectora,
el soldado lo arrancó y lo entregó a su señora,
que viajaba semi oculta entre cuatro muselinas,
que le guardaban del sol y le servían de alcoba.
Cuando la Augusta lo vio, quedó muda, asombrada,
era tal el parecido con su hijo, el que reinaba,
que no supo que decir, ni que hacer sin dar la alarma,
así pues, lo devolvió a la madre consternada.
El viaje siguió su rumbo, por rutas inexploradas,
terminando en la Galaecia y de allí, a tierras lejanas,
en busca de algún objeto que el Nazareno tocara,
y que la suerte, a su hijo, concediera en la batalla.
Esos tiempos fueron grandes, como fueron sus soldados,
la Aurata Caballería que al César iba escoltando,
y destacando entre ellos,
Marcellus, un buen muchacho, con el gladiux envainado,
miraba a diestro y siniestro de aquel camino empedrado.
El honor que le otorgase la Augusta Helena en persona,
a la madre de aquel joven, la sirvienta embaucadora,
a todos les sorprendió,
aunque el tiempo se encargó de enterrarlo en la memoria,
y los hombres, con sus bulos, tergiversar más la historia.
© María Serralba
domingo, 4 de mayo de 2014

Del tronco de un árbol afloraste,cual simiente insegura y vespertina,respetando el entorno de tu ambiente a la espera,del abrigo de algún vientre que te diera cobijo en su guarida.
Ella, ajena, no sabe que te lleva,y el pavor aún contemplo en su mirada cuando nota,un tanto acongojada,que es tu cuerpo y no, el suyo, el que tiembla.
Tras nacer envuelto en una maya de hebras y membranas purulentas,con el agua cristalina de su llanto limpió de tu cuerpo la maleza,desvelando la tersura sonrosada de tu tronco,brazos, ojos, piernas, manos y cabeza.
Dos anillos cimbreantes te arroparon haciendo inolvidable tal encuentro,y de amor infinito y sin cordura,te cubrieron la cara con sus besos regalando a tus ojos un "te quiero" sin palabras, y cargado de ternura.
Quizás fuese el soplo y el susurro de su aliento que insufló el aire a tus pulmones,o su frase, dicha con recogimiento,lo que hizo que el tiempo se parase y compartierais un solo entendimiento.
"Soy mamá, mi tesoro, y tú, mi ángel”
©María Serralba
lunes, 10 de marzo de 2014
On 22:00:00 by MARÍA SERRALBA in LA TRASTIENDA 3 comentarios
Os ofrezco una de mis creaciones que surgió a raíz de ser nombrada madrina en la XIII FERIA DE LA MUJER EMPRESARIA Y EMPRENDEDORA 2014 en Pinoso. Por desgracia, alguna de mis coetáneas han pasado por una situación similar, no todo siempre es fantasía, en las historias también hay mucho de realidad.
PARA TODAS LAS MUJERES DEL MUNDO
******
¡Mujer tenías que ser!, escuchaba en los rincones,
los mismos que me servían de escondite de mayores,
donde plasmaba en papel las experiencias vividas con poco atino y sin fe,
de constantes privaciones que mis padres compartían con un hermano tullido,
una criada sin hijos, y un jardinero borracho que confundía las rosas con las flores del geranio.
Al despuntar la mañana el sol bendijo mi estancia y de nuevo, entre fogones,
me puse mi fiel mandil repletito de jirones,
lo atusé como las pavas que se tiñen de colores a la vista de su macho,
y lo ajusté a mi cintura, y desplumé con mis manos a un pato recién matado que pretendía hornear una vez bien confitado.
¡Mujer tenías que ser!
Volvió a decirme el cabrero con su voz fuerte y voraz,
tantas veces pretenciosa y tan pocas licenciosa,
para mostrarme su amor y mi triste condición de mujer, y no más cosas.
Con un ramo de azucenas pretendía hoy mi mano,
mi padre le dijo "si", pero yo, en un descuido,
bordeé todo el corral y corrí hasta la higuera donde pronta me subí como lista enredadera.
Y todo se quedó en nada, se rompió así el hechizo y también el compromiso.
El hombre partió a su casa rebuznando sin sentido,
y mi padre me buscó como un astuto hurón por encima del pajar,
en el cuarto de la abuela y debajo del jergón.
El día siguió a la noche, y la noche cegó a mi padre que no viéndose un carajo,
-como le oí maldecir cuando lo tuve debajo de mi higuera protectora-,
cesó al fin su escrutinio,
reclamando de mi madre que fuese a su habitación y cumpliera con sus votos de mujer de su señor.
-¡Eh, chica!, ¡baja de ahí! Se te acabó hoy la suerte.
El borracho jardinero que seguía medio entero deambulando por las eras,
se percató que "este" búho, no se asemejaba en nada al que solía observar encaramado a la higuera,
y que siempre controlaba el vaivén del jovencito que pegando algún traspiés,
intentaba con ahínco esquivar las gruesas piedras que encontraba en el camino,
o bien, a algún chivo vivo que se escapaba sin amo a los corrales vecinos.
-¡Maldición!, me descubrió el borracho advenedizo -me vi clamando a los cielos.
-¡Eh, chica!, baja de ahí, no te he dicho que te he visto.
Al sonido de su voz, la luz de la habitación donde mis padres dormían,
se encendió como una estrella,
iluminando la cerca donde estaban las gallinas y por ende, mi trasero,
que brillando cual lucero acompañó a la luna en este difícil revuelo.
-¡Que te he dicho que te casas!, y, no hay más discusión.
Mi padre me aseveró cuando me tuvo ya a tino,
y con un gran pescozón me empujó para el granero,
y con la fusta de cuero, la descargó en mi trasero con si fuese una coz.
El ardor que provocó en mi piel de terciopelo, tan solo era calor,
comparado con mi mente que me ardía de rencor al saber que para él,
yo, era una simple mujer, y por ello sin razón ni poder de decisión.
De nuevo llegó la noche,
y con ella mi sustento de escribir entre penumbras las historias de un día negro,
de un amor aun incierto, el mismo que nunca tuve y el que nadie nunca vio,
ese amor era la antorcha que inundaba mi razón,
que me hacía resurgir cuando el fango del establo me llega a las rodillas,
el mismo que daba vida y me hacía rebuscar entre libros sin atino,
otros nuevos aditivos que alimentasen mi alma y calmasen mi ansiedad.
¡Mujer tenías que ser!
Muy cierto, y no me arrepiento,
es más, me alegro de serlo y saber que con el tiempo,
las mujeres como yo, crearemos los cimientos de una nueva Humanidad,
donde exista la igualdad, y la cruel rivalidad que ha enfrentado a los dos sexos,
sea tan solo una astilla que no enturbie el intelecto,
dejándonos elegir qué hacer con nuestros cuerpos,
y defender los derechos que al nacer nos concedieron.
©María Serralba

viernes, 14 de febrero de 2014
On 1:44:00 by MARÍA SERRALBA in LA TRASTIENDA Sin comentarios
ODA AL AMOR
A ti, amor,
caminar de andante sin camino,
esperanza de corazones enamorados,
sueño de ninfas mitológicas.
A ti, amor,
palabra naciente de entrañas de hombres apasionados,
suspiro de olas juguetonas,
palabra naciente de entrañas de hombres apasionados,
suspiro de olas juguetonas,
llama del Ocaso.
A ti, amor,
golondrina pasajera,
ilusión de juventud,
cantar de ángeles y ruiseñores.
ilusión de juventud,
cantar de ángeles y ruiseñores.

A ti, amor, mi amor,
mi dueño y señor, mi desgracia,
a tí te escribo mis desventuras,
y la de quienes cayeron en tus redes sin poder escapar de ellas.

No pases por mi vida como la brisa,
pósate en mi ventana,
pósate en mi ventana,
y haz que esta dicha que siente mi alma sea infinita.

Gozaré del viento, de la bruma,
del dulzor en el canto del niño,
pero arranca de mi pecho esta congoja,
y llévame contigo.

©María Serralba
(compuesto a los 13 años)
lunes, 3 de febrero de 2014
On 1:06:00 by MARÍA SERRALBA in LA TRASTIENDA Sin comentarios
¿A caso te importa que esté solo,
aquí, en el acantilado de la vida?
No lo creo.
Entonces,
¿porque te preocupa que un sollozo ahogado con mis dedos,
se vuelva en contra tuya y despierte tus anhelos?
No lo creo.
Si sabes que sentirse solo y triste,
es sinónimo de estar ya casi muerto,
levanta pues tu vista a los cielos,
y vive conmigo el momento, como si este, fuera eterno.
©María Serralba
viernes, 6 de diciembre de 2013
On 2:29:00 by MARÍA SERRALBA in LA TRASTIENDA Sin comentarios
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María de los Ángeles Lalli |
A las 01:48 horario de España y las 21:00h. hora de Paraná, dos continentes se han unido y dos amigas de las letras, la encantadora María Lalli y yo; nuestro puente, unos poemas "El abismo de tu mirada" y "Naúfrago de amor", ambos de mi autoría, que escuchados de sus labios parecían florecer como amapolas en un prado bendecido por los cielos.

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GRISELDA ESPIRO |
Gracias a la conductora del programa LA FÁBULA de VORTERIX Paraná 91.7, un emisora on- line, me refiero a la profesional GRISELDA ESPIRO por abrir esa ventana hacia esta parte del Universo y darme la oportunidad de cruzar los océanos con mis versos.
Y a ti, mi querida amiga MARÍA LALLI, por elegir una parte de mi alma hecha verso y compartirla con tus amigos.
¡GRACIAS AMIGOS POR VUESTRA LABOR!
Dirección de la emisora: www.vorterixparana.com
martes, 13 de agosto de 2013
Poema dedicado a un compañero de letras, José Antonio Tomás Castelló con motivo de su cumpleaños.
***************
EL ETERNO ROMÁNTICO
Mi amigo Antonio llegó como siempre, muy a tiempo, entre todos se sentó, silencioso y expectante, y esperó pacientemente a que Justo le llamase, pronto sería su turno pero él, sin inmutarse.
Sin desplegar su saber de tener algunas tablas en asuntos teatrales, con su curioso atuendo al estilo franciscano, a todos nos fue aplaudiendo y a todos, nos fue escuchando.
Cuando llegó el gran momento, Don Justo, le reclamó con su porte tranquilote, mi amigo, se levantó, sentose con parsimonia al costado del señor, y abriendo de par en par su cuadernillo de notas, se nos puso a recitar de aquel curioso misal una poesía tras otra.
Entonces pude escuchar, como alguien a mi lado me decía siseando:
“Este hombre es un poeta, este hombre es un romántico”
Sus poemas, cadenciosos, nos fueron medio envolviendo en nebulosas de espuma hasta tocar casi el techo. Su voz, profunda y pausada, nos hizo soñar despiertos en sentimientos que el alma siente, cuando está sufriendo, y en experiencias pasadas de amores bastante inciertos.
Celebrar el cumpleaños de este sensible mortal, debería ser sagrado, como es, su buen rimar, sentido y acompasado, que nos ha hecho disfrutar de una tarde con agrado en el centro cultural.
Al terminar le aplaudimos, no por su buen recitar, sino por ser el ufano que hoy nos va a convidar a unos trozos de pastel, de sidra, y quizás champañ.
© María Serralba
martes, 18 de junio de 2013
On 22:25:00 by MARÍA SERRALBA in LA TRASTIENDA Sin comentarios
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COMO LA SEDA |
Me sentí deslizarme entre tus manos como lienzo ajado y mal tejido,
para luego recobrar mi oculto encanto,
con los hilos invisibles de tu dedos y el tinte purpúreo de tus labios.
Y de seda convertiste la textura de este cuerpo que hambriento de caricias,
se ofreció, sin temor, a ser amado,
con la fuerza dura y tosca de la vida y la plegaria sincera de un ahorcado.
Tersa y frágil, cual patina que refleja el tenue suspiro de la luna,
me ceñí con sosiego a tu cintura y pedí anhelante a esos labios,
que besaran mi rostro con ternura.
Con el suave vaivén de tus palabras nuestras almas borrachas de pasión,
surcaron con ímpetu los cielos,
cuan bellas y felices golondrinas a la espera del cantar del ruiseñor.
Este juego donde ambos nos perdimos marcaría el final de algo tan bello,
cambiando tus caricias por mis llantos,
me convertí en otoño, lánguido y tardío en lugar de verano acalorado.
Con mis sueños de mujer enamorada encerrados en la jaula del destierro,
oculté a cal y canto mi esperanza de despertar, junto a ti, una mañana,
acariciando tus sienes con mis dedos.
Y sentí que la seda de mi piel se tornaba vieja, tosca y amarilla,
mendigando tras la sombra de su ser,
las migajas de un amor enloquecido que la hiciera de nuevo florecer.
©María Serralba
“LAS CENIZAS DEL OLVIDO” de María Serralba
Este poema forma parte del glosario editado con el título: Antología de poemas a Miguel Hernández
Creí estar soñando y, sin embargo,
la
sentí avanzar con paso erguido sorteando los árboles callados,
mil
cipreses, que unidos sin atino, proyectaban su sombra en el camino.
La
mujer cargaba en su costado el fruto de la última reyerta,
un
niño con ojos entornados que pedía a todas horas,
que
le dieran el néctar que su madre protegía con su vida en su pechera.
De
la otra, la cogía una pequeña que aferrada al pliegue de su falda,
insistía
en cruzar a la otra acera y observar más de cerca,
la
morada de un hombre que vivió de sus poemas.
Enlutada
de los pies a la cabeza la mujer se acercó hasta mi nicho,
soltando
de la mano a la pequeña,
sentó
sobre el suelo al triste niño y dejando de lado su entereza,
de
rodillas cayó cual tierno lirio a los pies de mi lápida mugrienta.
Sólo
entonces pude oí su dulce llanto desgarrar el abismo de mis huesos,
y
mi fosa medio abierta, fue observando,
la
triste realidad de aquellos niños que padre no tuvieron, sin embargo,
lloraban
a este ser desconocido que a su madre,
le
hizo estallar en un quebranto y anhelar un amor correspondido.
©María Serralba
18/06/2013
“ENTRE TRINCHERAS” (Carta de Miguel a Josefina) de María Serralba
Este poema forma parte del glosario editado con el título: Antología de poemas a Miguel Hernández
Hoy desperté sudoroso, Josefina, como siempre,
tiritando y cegado por el llanto que emana de mis ojos polvorientos.
desolado, al mirar un paisaje de esperanza que existía y que ahora yermo,
se ahoga entre charcos de sangre, que no es el agua que le nutra su sustento.
Y he llorado, Josefina, como un niño asustado esperando en mi trinchera,
agazapado cual cobarde a que el silencio que interrumpe la batalla
permitiera abrir la carta que te escrito.
Y he besado, Josefina, con pasión, ese pliego de papel enmohecido,
a fin de impregnarlo de mi anhelo y mi esperanza,
de las noches solitarias que entre balas
confundí tu belleza con el rostro de la muerte y tus ojos,
con el breve atisbo de vida que quedaba en mis entrañas.
Y he huido, Josefina, con temor
del silbido del viento que me corta cual guadaña,
que aparece ante mí cuando menos me lo espero,
y que anuncia sin recelo,
que seré yo el próximo si yerro,
pero hoy salvé la vida por los pelos, y en mi lugar,
sin respeto y con saña, se cernió sobre el pecho de un amigo, medio muerto.
Y desperté sudoroso, Josefina, como siempre,
rebuscando en mi jergón tu bello cuerpo.
Y palpando con mis manos esta tierra ennegrecida, me hice sangre,
y traté de arrancar las raíces de su suelo con esmero,
pero nada, ni con eso, Josefina, tu no estabas,
y yo, sudoroso y maltrecho, esperé hasta que se hizo el alba,
pero nada, ni con eso, Josefina, tu no estabas, y yo, muero.
©María Serralba
18/06/2013
sábado, 25 de mayo de 2013
On 15:45:00 by MARÍA SERRALBA in LA TRASTIENDA Sin comentarios
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EL AMANTE ARREPENTIDO - María Serralba |
los fragmentos de mi tierra empobrecida,
hallaste en cada uno un retazo de historias olvidadas ya vividas.
Al amparo de la noche, nos amamos,
al abrigo de la lumbre, te hice mía,
marcando cada surco de mi tierra con tus dedos sonrosados aun de niña.
¡Comparte conmigo este tormento!,
al abrigo de la lumbre, te hice mía,
marcando cada surco de mi tierra con tus dedos sonrosados aun de niña.
¡Comparte conmigo este tormento!,
¡despierta junto a mí!, mi dulce niña,
y núblame la mente por completo,
curando mi pesar por estos celos que ciegan la pasión de tus caricias.
y núblame la mente por completo,
curando mi pesar por estos celos que ciegan la pasión de tus caricias.
Revivo azorado tu partida saltarina por los prados de amapolas,
llevando mi mirada a lontananza,
no hallo consuelo ni energía que aporte un atisbo de armonía
a esta dicha que se esfuma entre las zarzas.
llevando mi mirada a lontananza,
no hallo consuelo ni energía que aporte un atisbo de armonía
a esta dicha que se esfuma entre las zarzas.
¡Vuelve a mí!, suspiro de los cielos,
y permite que te cubra de caricias,
oprimiendo junto a mí, tu tierno tallo cuál espiga de trigo florecida.
Prefiero mil veces tu desprecio,
a vivir sin ti, amor, toda la vida.
©María Serralba
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