lunes, 23 de marzo de 2015
On 17:38:00 by María Serralba in Historias urbanas, InfoBlog, PROYECTO MARÍA SERRALBA, Publicaciones, Ventana Cultural, Ventana solidaria Sin comentarios
Siempre hay que estar abierto a nuevas experiencias, pero a una urbanista como yo, que se mueve mejor sobre asfalto que sobre hierba, el participar en la jornada que a continuación os comentaré, fue toda una experiencia reveladora. Si queréis saber el motivo, seguid leyendo.
Domingo 8 de marzo. Día soleado, espectacular, aunque anduviera por caminos con nieve a ambos lados de la ladera. Maletero del coche repleto de maletas, manta, libros, quesos, dulces y un cesto de buenos deseos para el futuro, de parte de todos los amigos que había dejado atrás en este circuito, sin embargo, mi viaje todavía no había terminado.
Paloma, mi lazarillo de la Asociación de Mujeres por la Igualdad Tejiendo Cambios y otras personas pertenecientes a «Cesta Verde», un grupo que promueve todos los asuntos de la zona en cuanto a consumo responsable de alimentación ecológica, me arrastraron al que sería mi último acto en este magnífico viaje. «María, aquí lo aprovechamos todo», me decía una de ellas al preguntarle qué era lo que estaba contemplando. Ante mis ojos había un observatorio aprovechando la salida de una mina, ¡genial idea!, y tan solo acabábamos de empezar...
Para el que no lo sepa le pongo un poco en antecedentes. San Martí de Perapertú es una pedanía enclavada en uno de los parajes más salvajes y poco conocidos del Valle de Mudá, pues bien, allí precisamente existe el Centro de Turismo Rural, «Piedra Abierta», donde se lleva a cabo todo tipo de actividades relacionadas con y para la preservación del medio ambiente y, precisamente allí era donde iba a tener lugar el INTERCAMBIO DE SEMILLAS.
La foto de rigor con la nieve no podía faltar, aunque tan solo la hicimos unas pocas ya que el resto, había empezado a prepararlo todo para cuando llegasen los demás, mientras, se iban regalando matas de hierbas que yo, quitando el laurel que sí lo reconocí, por lo general suelo desechar de diario, sin embargo, para ellos todo tenía utilidad.
«Mirad, allí, sobre aquella montaña hay un montón de toros», les dije, pero al instante me rectificaron, que no eran toros, eran bisontes. ¡Vaya sorpresa!, bisontes en España, me dije. Según me informaron, lo de los bisontes fue una iniciativa del alcalde del pueblecito de Cebrián de Mudá, a la vista de que estos bellos animales estaban en peligro de extinguirse, así que desde entonces tienen bisontes polacos pastando en llanuras palentinas y parece que a estos les encanta... ¡jajaja!
Teníamos casi todo listo, cuando empezó a llegar la gente. Vehículos con las huellas en sus ruedas de fango de las pasadas e intensas nevadas, fueron el testimonio de que aquellas personas luchaban por su supervivencia día a día.
Del interior de estos bajaron perros y más perros, niños y más niños y, jóvenes y mayores, todos, con una expresión en sus caras de completa felicidad, como si fuesen a acudir a una fiesta de cumpleaños, y es que no era para menos, aquel era su día, todo un año esperándolo y gracias a la buena climatología (que habían traído los alicantinos....¡jajaja!), ¡al fin! podrían hacerlo al aire libre.
Era emocionante ver compartir entre ellos saludos, vivencias de las semanas pasadas tras estar algunas aldeas incomunicadas debido a las nieves. Aconsejar al compañero la mejor forma de solucionar su problema del tractor encallado, y un largo etcétera en el que yo, tan solo me limité a escuchar; recordad que yo venía del asfalto y aquello, era naturaleza pura.
Con semillas más que suficientes para compartir, se abrió la veda. Todo aquel que tenía semillas las exponía para que otros las viesen, las cogieran y se las metieran en los sobres con sus nombres. Solo se cogía lo que en verdad se iba a cultivar, digamos que era un intercambio consciente, y eso me encantó, ya que a la par que las cogían del compañero, le preguntaban a este, la manera más adecuada de plantarlas o cultivarlas.
Tanto me distraje con el tema que, como veréis, no salgo en ninguna de las fotos, por supuesto, por que soy yo la que las hizo, pero así y todo, también porque no quería perderme detalle. Me lo pasé genial captando tan peculiar instante de la vida de estas personas; ojalá se hiciese esto mismo en otros puntos de nuestra geografía.
Una tarea obligada, tras intercambiar semillas fue, el anotar en los sobres a quién habían pertenecido y de qué tipo se trataba para que luego, tras la germinación, no hubiese sorpresas, como le sucedió al «rey de las patatas», que en verdad no se llamaba así el buen hombre, pero no recuerdo cuál era, lo que sí recuerdo es, que estuvo haciéndonos una ponencia en toda regla de la mejora de la especie dependiendo de su forma de cultivo, etc., que había traído unas cuantas patatas para compartir de un hueco ecológico que tenía su hermana en Alemania —como vais, la cosa le venía de familia—, y que su hija, en el encuentro del año anterior, se había confundido, y en el sobre le había anotado: «remolacha». Cuando la plantó, con toda la ilusión del mundo, y aquello empezó a crecer, más bien eran lechugas, así que con cara de pena, mi amigo, «el rey de las patatas», nos confesó que se pasó todo el año sin cosecha de remolacha, con lo que le gustaban, desde entonces, a su hija no se le ha vuelto a pasar el poner bien el nombre, por miedo a las represalias de su señor padre... ¡jajaja!
Además del intercambio, tuvimos la oportunidad, ya en el interior, de disfrutar de las instalaciones de este centro, como veis, todas ellas acogedoras y acorde con el entorno. En una de las salas, la destinada a reuniones, fue donde se puso en común todas las vivencias y conocimientos de aquel año.
Cuando se consideró que ya se había compartido casi todo, llegó la hora del almuerzo. La camaradería y el buen ambiente reinó en todo momento, se notaba que aquella forma de vida había creado lazos muy fuertes entre los asistentes, como si se tratase de druidas de otras épocas.
Por mi parte, me llevé una planta preciosa de Aloe Vera y unas cuantas semillas para compartirlas con personas que tienen terrenos en mi zona; laurel super aromático para cocinar y un montón de información super interesante de esta forma de vida. Sí, tenéis razón, en este lugar todo fue SUPER... ¡jajaja!
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Circuito Literario por Aguilar de Campoo, Arco y Aroma
sábado, 21 de marzo de 2015
On 20:01:00 by María Serralba in Distribución, Historias urbanas, InfoBlog, PROYECTO MARÍA SERRALBA, Publicaciones, Ventana Cultural, Ventana solidaria Sin comentarios
Me acuerdo que cuando escribí LA ESTRELLA PÚRPURA, el primer volumen de la trilogía «El legado de Flavia Julia», todo el mundo me preguntaba: ¡Ah!, vaya María, una novela nueva y, ¿de qué va?, ¿es una más de romanos?; luego de leerla venían las sorpresas, ya que no era «una más de romanos». Pues bien, en mi siguiente visita también hubo sorpresas. Si queréis saberlas, mejor, seguid leyendo esta entrada.
En mitad de una planicie, de repente, nos topamos con esta extraña construcción. A simple vista parecía una nave, aunque algo te decía que lo que contenía o mejor dicho, preservaba, debía ser muy importante por la forma en que estaba cuidada, y así fue. En el interior de este gran espacio de armazón de hierro y cemento se encontraba nuestro siguiente objetivo, la VILLA ROMANA DE LA OLMEDA.
En 1968 el propietario del terreno se encontraba removiendo la tierra y se topó con un muro y de ahí, localizó unos pequeños trozos de piedra de colores. Cuando lo informó y fueron analizados resultó ser parte de la construcción de una villa romana datada a principios del s.II d. C., en época Flavia, de 4.400 mts. cuadrados de extensión con 1.450 mts. de superficie recubierta con preciosos mosaicos, todo una hallazgo arqueológico e histórico.
Nada más entrar me quedé con la boca abierta, ¡qué maravilla!, así que acto seguido saqué el folleto de mi novela y con él, me paseé por todas sus estancias; mi criaturita no podía pederse ni el más mínimo detalle de ese gran encuentro.
Con un sistema de dinamización muy acertado, pude seguir cada una de las partes de la villa y conocer para qué eran utilizadas, y un poco también de su historia, pero, si las demás eran espectaculares se quedaron en nada al llegar al salón principal, o también llamado «Oecus». Al ser la estancia donde se llevaban a cabo la gran mayoría de actividades propias del rango del señor, en ella se notaba que habían echado la casa por la ventana. El mosaico representaba una escena mitológica muy particular, «Aquiles en Skiros» y se le veía con indumentaria femenina haciéndose confundir con el resto de mujeres en el gineceo del palacio del rey Licomedes. Cenefas con los rostros de miembros de la familia y escenas de caza componían este magnífico mosaico de dimensiones espectaculares.
Sirva como apunte que, cada pieza de mosaico, es del tamaño de la uña de vuestro pulgar, más o menos, así que haceos una idea del trabajo tan grande que supuso en aquellos tiempos el completar todos esos metros y, además, hacer combinar correctamente la tonalidad de los colores de cada una de las piedras extraídas, de forma natural, de las canteras cercanas a la zona.
Con un sistema de dinamización muy acertado, pude seguir cada una de las partes de la villa y conocer para qué eran utilizadas, y un poco también de su historia, pero, si las demás eran espectaculares se quedaron en nada al llegar al salón principal, o también llamado «Oecus». Al ser la estancia donde se llevaban a cabo la gran mayoría de actividades propias del rango del señor, en ella se notaba que habían echado la casa por la ventana. El mosaico representaba una escena mitológica muy particular, «Aquiles en Skiros» y se le veía con indumentaria femenina haciéndose confundir con el resto de mujeres en el gineceo del palacio del rey Licomedes. Cenefas con los rostros de miembros de la familia y escenas de caza componían este magnífico mosaico de dimensiones espectaculares.
Sirva como apunte que, cada pieza de mosaico, es del tamaño de la uña de vuestro pulgar, más o menos, así que haceos una idea del trabajo tan grande que supuso en aquellos tiempos el completar todos esos metros y, además, hacer combinar correctamente la tonalidad de los colores de cada una de las piedras extraídas, de forma natural, de las canteras cercanas a la zona.
La construcción de los baños era digna de ver, con zonas de termas, asientos para hablar mientras remojaban sus piernas y escalones que descendían a donde, en otros tiempos, se suponía que debió existir una preciosa piscina de aguas cristalinas. Todo un referente de los spas que conocemos en la actualidad.
Otra de las curiosidades fue los conductos donde se canalizaba el agua caliente para que su vapor calentase los suelos de las estancias que tenía sobre ellos, un sistema que hoy en día todavía se pone en práctica, aunque el material calorífico sea otro.
Como antes de entrar me había dado tiempo a hablar con el recepcionista a cargo de la expedición de tickets, le comenté un poco acerca de mi novela, y, para mi sorpresa, cuando salí me recibió con una deslumbrante sonrisa y un: Bienvenida a su villa, ¡María Serralba!
Durante el tiempo que había durado mi recorrido el buen señor se había preocupado en conectarse a internet y estudiarme de pies a cabeza, así que al marcharme, le regalé como recompensa el folleto viajero de mi novela con mi autógrafo y por su parte, me llevé la promesa de que, a todo el que entrara a visitar el museo les diría, que si estaban interesados en saber algo «más de romanos», que leyeran mi novela; a eso, un buen amigo mío le llamaría «venta cruzada», yo, sin embargo le llamé anécdota de un viaje.
Marché de allí encantada y satisfecha al comprobar que lo que había descrito hacía algunos años en mi novela le transmitirían al lector la misma sensación que yo experimenté al verlo in situ.
Ya de regreso, y viendo que era mi último día en Aguilar de Campoo decidí acudir a un lugar del que ya había probado sus dulces, así que ahora me faltaba escuchar sus rezos, me refiero al MONASTERIO de SANTA CLARA, un lugar fundado en 1430 y ocupado desde el 1485 por la comunidad de las hermanas clarisas, dedicadas a la oración y a la repostería.
Para dar fé, nunca mejor dicho, entré en los albores de la Cristiandad asistiendo al último culto de la noche. A simple vista, aquella iglesia era como las demás, pero lo que la hacía diferente era, la forma de oficiar la misa del párroco. Situado justo detrás del altar que estaba ubicado en un lateral, en mitad de la bóveda de la capilla del s.XIII, y no en el centro, como solemos ver habitualmente en todas las iglesias, además puesto de manera trasversal, se colocó el sacerdote, mirando hacia el frente donde estaba situado el sagrario y entonces supe el porqué. El oficiante se hallaba entre dos hemisferios: el de su izquierda, repleto de bancos corridos donde se congregaba la plebe, es decir, nosotros, los feligreses y el de su derecha, y tras una ausenta reja de forja que delimita la zona dedicada a la clausura, donde se congregaba un grupo de monjas miembros de la comunidad religiosa. Como dice el refrán: «nunca te acostarás sin saber una cosa más»Ya de regreso, y viendo que era mi último día en Aguilar de Campoo decidí acudir a un lugar del que ya había probado sus dulces, así que ahora me faltaba escuchar sus rezos, me refiero al MONASTERIO de SANTA CLARA, un lugar fundado en 1430 y ocupado desde el 1485 por la comunidad de las hermanas clarisas, dedicadas a la oración y a la repostería.
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miércoles, 18 de marzo de 2015
On 23:14:00 by María Serralba in AGENDA, Historias urbanas, InfoBlog, PROYECTO MARÍA SERRALBA, Publicaciones, Ventana Cultural, Ventana solidaria Sin comentarios
«Amigos, creo que se me ha estropeado la cámara. En la pantalla dice que no dispone de memoria suficiente, pero... ¡si acabo de empezaaar!».
Casi con horror, informé de mi gran problema a mis compañeros de tour. Me sentía desfallecer, el recorrido acababa de empezar y ¡sin cámara!, aquello no podía ser verdad. Al segundo, alguien más entendido que yo en estos menesteres, me aclaró el dilema. En cuestión de minutos había hecho cientos de exposiciones del pueblo de Aguilar de Campoo, de sus casas, de su río, y de todo ser viviente que se ponía delante de mi objetivo y, si eso fuera poco, las había hecho con alta resolución, como si se tratara de Peter Jackson cuando rodó ¨El Señor de los Anillos", así que a partir de ese instante TODOS me tuvieron que dejar sus móviles para que continuara captando instantáneas para vosotros, hasta que también los agoté y llegó la prohibición severa: «María, ¡NO VUELVAS A HACER MÁS FOTOS!, por lo que más quieras, que no llegamos». Creo que aquel instante fue el más duro del viaje.
A pesar del fatídico contratiempo, como estábamos de ruta no podía hacerse nada más, así que imploré a la Diosa Fortuna para que, al menos, me dejase tomar alguna instantánea del lugar hacia donde nos dirigíamos pero antes, había que reponer fuerzas.
Informada por Paloma Jimena, mi nuevas amiga de la Asociación de Mujeres por la Igualdad Tejiendo Cambios, de que, en breve, se llevaría a cabo un certamen gastronómico donde varias mujeres chef se habían puesto de acuerdo para demostrar que ELLAS, también sabían cocinar con arte, o como decían en sus exposiciones cuando la prensa les preguntaba: «Las mujeres tenemos que dejar de ser invisibles en la cocina», no me lo pensé dos veces y para allí me dirigí.
El establecimiento elegido fue uno situado en la localidad de Saldaña, concretamente LOS LAGARES Casa de comidas.
Atendidos magnificamente y en todo momento por Ángel González, el maitre del restaurante y sommelier, este nos fue introduciendo poco a poco en una nueva filosofía, la de comer productos de primera calidad no solo con el estómago, sino también con la vista. La encarga de este milagro sería Isabel Curiel, la chef al frente del negocio y de los fogones de Los Lagares.
Informada por Paloma Jimena, mi nuevas amiga de la Asociación de Mujeres por la Igualdad Tejiendo Cambios, de que, en breve, se llevaría a cabo un certamen gastronómico donde varias mujeres chef se habían puesto de acuerdo para demostrar que ELLAS, también sabían cocinar con arte, o como decían en sus exposiciones cuando la prensa les preguntaba: «Las mujeres tenemos que dejar de ser invisibles en la cocina», no me lo pensé dos veces y para allí me dirigí.
El establecimiento elegido fue uno situado en la localidad de Saldaña, concretamente LOS LAGARES Casa de comidas.
Atendidos magnificamente y en todo momento por Ángel González, el maitre del restaurante y sommelier, este nos fue introduciendo poco a poco en una nueva filosofía, la de comer productos de primera calidad no solo con el estómago, sino también con la vista. La encarga de este milagro sería Isabel Curiel, la chef al frente del negocio y de los fogones de Los Lagares.
Marinado con un D.O. TORO de Estancia Piedra, de los de quitarse el sombrero, inicié mi ruta culinaria sin prisas, paladeando cada sabor, cada textura, solo así se podía apreciar el magnífico trabajo de Isabel, tanto es así que casi me olvidé de hacer la foto al primer plato, ruego me disculpéis, pero más o menos, esto es lo que llevaba, aunque la presentación con la original dista un abismo:
FOI al TURRÓN en SALSA DE MORAS y no sé que más...
El siguiente plato para degustación fue:
BACALAO ESCABECHADO con guarnición de CANÓNIGOS, ZANAHORIAS, APIO, COLIFLOR sobre BASE de REDUCCIÓN de CÍTRICOS y MANGO, y no sé que más...
Y llegó el tercer plato:
ENSALADA DE CECINA, MANGO, FRESAS, CANÓNIGOS y ESPÁRRAGO ENVUELTO EN HOJALDRE, y no sé que más...
Aunque soy de muy buen comer, Ángel ya me advirtió que al finalizar el menú quedaría más que satisfecha; ¡qué razón tenía!, pero todavía faltaba uno, ¡el postre! y ¡qué postre!, amigos, una ambrosía de Yovana González, chef del Mesón del Cerrato de Tariego, que había aportado al menú de Isabel Curiel.
TORRIJA SOBRE SORBETE DE FRESA ACOMPAÑADA POR HELADO DE VAINILLA Y COBERTURA ACAMPANADA DE AZUCAR ISOLMAT, y no sé qué más...
CALDERETA DE CARRILLADA con PICADA DE ALMENDRAS, y no sé que más...
Os estaréis preguntando por qué a todos los platos añado «y no sé qué más...», pues muy sencillo, por qué es cierto, las recetas de los chef son secretas y como tales, aunque tú creas ver todos sus ingredientes, o identifiques con tu exquisito paladar los sabores, siempre, siempre, siempre, faltará el ingrediente secreto, ese que hace que este plato sea tan diferente al que haces tú en tu casa.
¡¡Gracias por alegrarnos la vida con estas maravillas!!, y por mi parte deciros, que, el que os considere INVISIBLES, es que no entiende nada de cocina y mucho menos del arte e ingenio que ello conlleva, os lo dice una cocinillas de andar por casa.
Después de tan opípara comida, no había forma de ponerse en marcha, así que no hubo más remedio que dar un paseo por Saldaña para espabilar la mente y digerir mejor lo comido.Fijaos en la manera tan curiosa que tuvo el artista para indicar que las figuras masculinas talladas en la piedra eran hombres velludos.
Mi próximo destino estaba a tan solo unos kilómetros de allí, así que una vez repuesta dejé atrás los característicos depósitos de agua de la zona, y me dirigí a la VILLA ROMANA DE LA OLMEDA, ahora tocaba «el buen vivir». ¿Que me aguardaría aquel lugar?...
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On 19:33:00 by María Serralba in AGENDA, Historias urbanas, InfoBlog, PROYECTO MARÍA SERRALBA, Publicaciones, Ventana Cultural, Ventana solidaria Sin comentarios
Tal como reza en el título de esta entrada, «tener no es suficiente, hay que saberlo conservar», y de ello me he dado cuenta en este viaje, que estas gentes saben conservar su patrimonio, su cultura y su gastronomía.
Dejando tras de mí la impresionante panorámica del embalse de Aguilar de Campoo, que para su construcción hubo que inundar cuatro pueblos: Cenera de Zalima, Villanueva del Río, Frontada y Quitanilla de la Berzosa, inicié mi vista a SANTA MARÍA LA REAL pero lo hice, por «la puerta de atrás».
Amalia, mi persistente guía, me introdujo de ese modo en el otro mundo que suele acompañar a los lugares donde se centra la religiosidad, y donde reposan sus baqueteados cuerpos, los orantes y penitentes, aquel lugar era la POSADA, ocupando las dependencias del antiguo monasterio premostratense, con su patio delantero de pequeños cantos rodados formando dibujos y, ante ella, presidiendo todo el lugar, el característico campanario que abunda en esta zona, la espadaña del monasterio.
Para aquellos que no lo sepan, los premostratenses son una orden que tiene su surgimiento en la misma época que la del Cister, e influenciados por la corriente espiritual austera de la Iglesia de Occidente, aunque difieren de estos ya que son canónigos con más función pastoral que claustral, limitando sus acciones a recaudar y gestionar las cuantiosas rentas de sus dominios, en aquel entonces.
Tan pronto ponemos los pies en el interior de la POSADA, la sonrisa amable de Lourdes Jerez, la encargada de la recepción, nos abrió las puertas a un espacio cuidado hasta el más mínimo de los detalles y, sobre todo, donde se respiraba paz y tranquilidad.
Los simpáticos cuadros que aparecían junto a los marcos de algunas de las puertas, te daban claros indicios de lo que podías encontrar en su interior, como era el caso de los aliviaderos de novicios y novicias, o más conocidos por nosotros como los WC. Pero esta simpática referencia a los orígenes del lugar no solo lo encontrabas en ellos, sino que también aparecían en las puertas de las habitaciones, todas ellas renombradas con los cargos y nombres de los monjes que las ocupaban en tu época, quitando la de la suit, que, por supuesto indicaba que pertenecía a algún Abad.
Y de su parte trasera llegamos a la entrada principal, con un velero en forma de cruz y una verja que franquea el recinto, aunque este es de libre acceso, así como el deambular por sus jardines constantemente regados por un agua esmeralda cristalina procedente de alguno de los deshielos de montañas vecinas.
Junto a la FUNDACIÓN SANTA MARÍA LA REAL, donde se preserva el estudio y conservación del arte Románico en todas sus vertientes, se encuentra la entrada al acceso de la misma.
Arcos, escudos nobiliarios, capiteles y un largo etcétera te transportan a otros tiempos.
Tras pasar junto a tumbas de caballeros, decoradas con los blasones de sus distintivos familiares, nos hayamos ante el claustro de estilo cisterciense del s.XII, con bellos capiteles rematando sus columnas.
Lugares donde se han localizado las marcas. Información realizada por Grosasm |
Marcas de cantero localizadas en el interior Información realizada por Grosasm |
Y volvemos al enunciado donde os decía que, «tener no es suficiente, hay que saberlo conservar», pues bien, prueba de ello es el ROM, un museo del romántico que nos ofrece, en pequeñas y precisas reproducciones, cómo era la forma de vida de aquellos tiempos y cómo se construían sus iglesias.
Un matiz que no os he dicho es, que estas preciosas obras de marquetería tienen una de sus zonas desmontables, tal como figura en la foto, de forma que al quitarlas, puedes observar cómo son en su interior.
Sepulcros de personajes anónimos, al menos para mí, le conferían a aquel lugar algo especial. Los detalles de los mismos, tallados en piedra a ambos laterales, te hacían pensar en lo importantes que eran en aquellos tiempos y todo lo que les envolvió. Pleitos por disputas de posesiones, catástrofes monacales y enfermedades como la Peste Negra, o la Guerra Civil como la de Pedro I y sus hermanos Tratámaras.
Con fin de la visita te encuentras ante esta sala donde se suele ofrecer exposiciones y proyecciones tematizadas en el interior del claustro. Como habréis podido comprobar, todo está cuidado y se mantiene por y para enriquecimiento de la cultura de nuevas generaciones.
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