viernes, 12 de septiembre de 2014

El día que vinieron a recogernos estábamos super relajadas. Hacia algunos años que nos habían relegado casi al olvido, tras haber hecho las delicias de un niño impulsivo que no hacía más que subir y bajar escaleras a toda velocidad, sin tener en cuenta que, nosotras, estábamos allí precisamente para ayudarle y no, para que aporrease contra el suelo nuestras partes blanditas cada vez que nos cogía desprevenidas, pues bien, tras su mejoría ¡al fin! nos dieron vacaciones, pero vaya vacaciones mas cutres. Desde entonces, ya hace muchos años de ello, hemos permanecido afincadas en una planta baja de una casa antigua, junto con varias cajas de cartón, rotuladas por todas partes con letras mayúsculas indicando su contenido, sin nadie que nos limpiara el polvo, ni nos sacase al exterior a dar una vueltecita. Una completa injusticia. Menos mal que los milagros existen y de repente, nuestras plegarias fueron escuchadas, aunque más tarde nos arrepentiríamos de ello.
"¡Cristiano Ronaldo!", exclamé yo excitada...

Siempre hablan del temor del enfermo ante la incertidumbre de saber si volverá o no a andar, pero... ¿y del temor de la muleta? nadie habla nunca de ese miedo y lo tenemos, ¡vaya si lo tenemos!, pues bien, ese temor se iba a hacer latente en el momento que topásemos con nuestra nueva fustigadora, María.

Nuestra querida amiga María -y decimos "querida" por lo bajinis por si nos está escuchando-, se hizo una rotura gemelar. Dicen que es muy dolorosa y requiere tiempo y paciencia, mucha paciencia, cosa que, por lo que hemos visto hasta ahora, ella no tiene, así que mi hermana Mili y yo estamos pasando por un auténtico calvario.
Nada más poner los pies en su casa vimos la cara de horror de María, al tiempo que la escuchamos decir a los que la rodeaban que ella, no estaba por la labor de llevar muletas, que aquello era una total complicación, y que le habían frenado en seco la actividad. ¡Que alegría! ¡Que felicidad más grande! no vamos a tener que hacer nada -nos dijimos mi hermana y yo convencidas-, así que decidimos relajamos un poco a la espera de nuevos acontecimientos.
Esa misma mañana María nos cogió y empezó a practicar por el largo pasillo de su casa. Todavía no controlaba el impulso, y poco más y cae de bruces contra el suelo. Mi hermana Mili y yo nos desternillamos de la risa mientras pensamos lo torpe que era aquella mujer. Para nuestra sorpresa no se amilanó y volvió a retomar las prácticas. Paso, muleta, paso, dos muletas, ¿paso, paso, muleta muleta? Algo no cuadraba. Al menos con ella no estábamos aburridas, así que seguimos dejándola hacer, y contemplando como luchaba con una de nosotras mientras a la otra, la dejaba tirada por cualquier parte de la casa para luego, tras verse impotente, volver a por ella refunfuñando entre dientes y a la pata coja. Se notaba que de niña había jugado bastante a este juego llamado "tranco", ya que, poco más y prescinde de nosotras, pasándose todo el día brincando como un canguro de un sitio a otro de la casa.

"¡¡Por fin!! un poco de aire fresco", me dijo Mili, respirando profundamente la brisa que se colaba por la ventana del despacho de María. "¡Y sol!", le respondí yo.
CONTINUARÁ...
Prevenida de la jornada que me esperaba, cargué las pilas tanto de mi cámara, como de mi móvil, y, sobre todo, de mi persona, y pasando de convencionalismos, me calcé mis super deportivas y me predispuse a iniciar la nueva etapa del día que era a los monasterios de San Millán de la Cogolla. Pero, ¿qué parte de todo ello debo omitir, y cuál trasladaros, si toda ella fue una experiencia maravillosa?, sino, juzgad vosotros mismos.
Una recomendación: si decidís ir de visita, primero sacad las entradas para visitar el de Yuso y luego, el pase para el autobús que sube al de Suso, así no perderéis el tiempo ni tendréis que guardar excesivas cola. Aunque no está en el recorrido del Camino de Santiago, es fácil que encontréis a algún que otro peregrinos que cargados de sus enormes mochilas y, apoyados por sus bastones, se pasen por allí para luego, retomar la ruta jacobea.
Al llegar temprano a la ubicación que muy amablemente me había indicado la persona que me atendió de Información y Turismo, no tuve problema alguno, y me dio tiempo suficiente para pasear por los alrededores antes de iniciar las visitas guiadas. Una escultura de hierro simulando un pergamino y una pluma, te indicaban mediante una inscripción, que estabas en la tierra donde se remontaba los orígenes de la lengua castellana.
El toque continuo de un claxon, nos anunció que ya había llegado nuestro transporte. Pocas plazas, apretados, y con una subida en zig-zag, fue el breve pero intenso recorrido que realizó nuestro minibús hasta la ladera de una colina cercana, allí se encontraba ubicado el Monasterio de Suso.
A estas formas rocosas que parecen cogollos, es a lo que debe su nombre San Millán de la Cogolla.
martes, 9 de septiembre de 2014
Y ¡al fin! estoy en LOGROÑO y, como bien indican las señalizaciones, es la Capital de la Rioja. Lo curioso fue que, nada más llegar, esta ciudad me transmitió una paz tremenda. Algo similar me sucedió hace unos años en la ciudad alemana de Berlín, lo que me hace pensar que quizás tenga mucho que ver en ello el trazado de sus calles -rectilíneas y casi planas-, y la ubicación de las mismas. Los que saben de la teoría ancestral del Feng-shui podrían dar luz a mis suposiciones, pero eso lo dejaré para otro post y ahora, mejor centrémonos en el viaje y en contaros las peculiaridades que observé en mi breve estancia en esta bella ciudad.
Si hubieses venido la semana pasada, María, hubieses tenido que llevar pantalones largos y alguna prenda de abrigo.
Eso fue lo que me dijeron unos turistas que encontré por allí y que casualmente, eran de la zona de Levante. Es muy probable que el sol viniera de polizón escondido en mi maleta, y también el calor, la cuestión es que esa semana, la temperatura por aquellos lugares había subido considerablemente y, quitando a algunos que preferían el frescor habitual, para el resto, que procedíamos de zonas más calurosas, fue prácticamente como estar en casa.
También nos encontramos sus calles porticadas, algunas de reciente construcción y otras, donde cada viga de madera encierra vestigios de cómo era la vida en otros tiempos.
De la antigua ciudad de Logroño podemos destacar su importancia debido a su fabulosa situación fronteriza, la cual abarcaba los reinos de Navarra, Aragón y Castilla.
Del resto de sus monumentos podría contaros muchas cosas, además si te gusta pasear, lo tienes fácil en Logroño ya que los pasos te van llevando de un lugar a otro sin a penas darte cuenta y, si por esas casualidades te despistas, siempre está el buen samaritano que te dice dónde puedes ver algo más, igual que me sucedió a mí, que pasé por debajo de este arco que forma parte de una fortificación llamada Revellín, sin haberme dado cuenta que sobre él estaba esculpido el escudo de Carlos V.
Si he de mencionar algunos lugares destacados, no puedo omitir los religiosos. Iglesias, conventos y catedrales solían aglutinar en aquellos tiempos la mayor cantidad de tesoros y obra de arte. En Logroño hay diversas muestras de todo ello, aunque el exterior de estas construcciones también tienen ciertas singularidades.
Destaca la Concatedral de Santa María de la Redonda, con sus lámparas de lágrimas, la sillería repujada del coro, sus paneles de figuras esculpidas en alabastro y, por supuesto, sus fastuosos retablos de capillas anexas y del altar mayor, todos ellos te dejan sin respiración. Entre los mausoleos destacados está el del General Espartero y su esposa Doña Jacinta y como retablo curioso, el de la capilla de los Reyes Magos, con hornacinas donde se guardan sus tocados y turbantes.

Siguiendo el recorrido, o debería decir la flecha amarilla, ya que me la encontraba por todas partes, me adentré en el casco antiguo, hasta que mi atención se vio atrapada por una forma oscura y picuda que sobresalía del restos de tejados de los edificios, ¿eso tan raro es un campanario?, me pregunté, pues no, en realidad se trataba de la torre de la Iglesia Imperial de Santa María de Palacio.
Cuando terminé con mi lucha con la fuente, junto a ella me encontré con un gigantesco juego de la Oca. El tablero era el suelo, donde habían dibujado el nombre de algunas de las localidades más destacadas de la Rioja, y, los dados, mejor ni probar a cogerlos ya que estaban pegados al suelo, haciendo la función de asientos para el descanso de los turistas, pues bien, junto a él se encontraba la Iglesia de Santiago el Real.

Rematando su fachada está la gigantesca figura de Santiago matamoros, pero en su interior te sorprenderá con otro de sus tesoros, la cripta. Quizás no os llame la atención a nivel ornamental, pero a nivel histórico tiene y mucho. Se supone que en ella se realizaban enterramientos cristianos cuando la legislación romana prohibía hacerlo en las ciudades. ¡¡Que emocionante!! en aquellos instantes me pareció revivir escenas de mi novela LA ESTRELLA PÚRPURA, donde se mencionaba algo similar.
En esta oquedad puse la palma de mi mano para conectar con este precioso ejemplar y os aseguro, que nos entendimos a las mil maravillas.
lunes, 8 de septiembre de 2014
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