DA TIEMPO AL AMOR "Novedad"

DA TIEMPO AL AMOR  "Novedad"
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martes, 7 de octubre de 2014

On 20:49:00 by María Serralba in ,    Sin comentarios

lunes, 6 de octubre de 2014

On 9:00:00 by María Serralba in ,    2 comentarios
Cuando uno se siente motivado, ello genera una dosis de ilusión que, por muchas horas o trabajo que se tenga, llegas a soportarlo. Aquel tipo tenía razón en todo lo que me dijo el primer día de trabajo, cuando me citó en su despacho para transmitirme sus órdenes. «Si a un individuo le motivas, le potencias el talento humano que tiene innato, ello contribuirá en gran medida en la calidad de sus resultados». Al ver a mis compañeros notaba que esa filosofía era tangible, que el hacer todo bien e intentar cada vez mejorar en ello, te hacía sentirte bien, un triunfador y, así me sentía yo, el rey de las manzanas.
El Blog de María Serralba - ¿CONOCES AL SR. J?
Durante los siguientes años nos empezaron a visitar empresas del sector para ver como trabajábamos, y al mismo tiempo conocer nuestro secreto y, todos, se marchaban felicitando nuestra labor y a nuestros directivos por lo bien que habían sabido llevar las cosas. Aunque fuera una fábrica de manzanas, yo notaba que era mucho más que eso. Mis jefes habían encontrado el equilibrio entre el crecimiento y la necesidad de evolución social. El presente y el futuro iban de la mano para que aquello no dejase de funcionar y, nosotros, piezas indispensables de aquel entramado, nos sentíamos importantes y, creo que, en parte, todo se debía a la confianza que nuestros superiores habían depositado en nosotros, la cual era recíproca y, que sumaba a valores como la ética y la transparencia, hacían que formáramos un equipo capaz de todo. Estaba claro que el trabajo en equipo era sumamente importante en mi fábrica al igual que su producto estrella, las manzanas.

Hace unos meses he sido propuesto a formar parte de la directiva de la empresa, y estoy orgulloso, no por ello, sino porque de esa forma podré mantener intactos los principios que me transmitieron sobre esta filosofía. Alcanzar unos objetivos es una labor diaria que, una vez emprendida, no se debe dar marcha atrás. Eso mismo hacía en la huerta cuando, una vez plantada la simiente, mi objetivo era que el manzano creciera y diera sus frutos. Ahora estoy sumergido en otro tipo de cultivo, el de la mejora continua, y eso solo se consigue como cuando era agricultor, con dedicación constante, rendimiento regular y una rápida respuesta cuando surge algún contratiempo.
El Blog de María Serralba - ¿CONOCES AL SR. J?
Un día que tuve valor y confianza suficiente para hacerlo, toqué al despacho de mi superior y le formulé una simple pregunta:

—Me gustaría preguntarle algo que siempre me ha causado curiosidad –le comenté.

—Usted dirá, Sr. J., sabe que le responderé con toda sinceridad.

—¿Por qué me eligió a mí? ¿Por qué me ofreció precisamente a mí aquel día este trabajo?

Tras unos breves minutos de meditar la respuesta, mi jefe me respondió sonriente:

—El primer día que le vi no pensé en nada, ni tampoco me fijé en usted, es más, ni sabría decirle que cara tenía, iba con prisas y lo único que me preocupaba realmente era que me había olvidado la bolsa de manzanas en la fábrica, y que volvía a casa con las manos vacías. Mi hija es apasionada de este fruto, a ello se debió mi decisión de crear una fábrica donde tratásemos con él, sin embargo, ese día opté por comprárselas a usted para disimular mi omisión, pero los resultados no fueron los esperados…

—¿A qué se refiere con que no fuero los esperados? ¿Es que se le volvió a olvidar las manzanas en el maletero del coche? –le pregunté.

—No, nada de eso, cuando llegué a casa le entregué a mi hija la caja, y nada más verlas, se lanzó a probarlas. Al segundo mordisco empezó a dar saltos de alegría a mí alrededor; ya sabe usted como son los niños de expresivos cuando algo les encanta. Pues bien, sus manzanas, según la teoría de mi hija Gema, eran mucho mejores que las mías, prácticamente perfectas. Aquel hecho me dejó pensativo toda la noche, incluso probé una de las suyas a la hora de cenar y, en verdad, tenían un sabor excelente, al igual que su apariencia, a pesar de ser de la misma clase que las mías, entonces, ¿qué es lo que las hacía tan diferentes? En ello me quedé pensando hasta casi al amanecer. Cuando llegó el fin de semana, me propuse volver a aquel lugar. Unos vecinos del pueblo me dieron sus señas y así fue cómo acudí a su casa de campo.

El Blog de María Serralba - ¿CONOCES AL SR. J?—¿Vino usted a mi casa? —le pregunté sorprendido. Este hombre era de lo más extraño.

—Sí, Sr. J, estuve en su casa o, más bien debería decir que estuve próximo a su casa, ya que no quería que usted me viera. Le observé andando por su huerto oteando cada uno de sus frutos, limpiando sus impurezas, espantando a las moscas y a los pájaros, y añadiendo agua al riego en aquellos ejemplares que lo requerías, solo así me di cuenta en qué se diferenciaban sus manzanas de las mías.

—¿Y qué conclusión obtuvo de todo ello?

—Pues muy sencillo. Mientras que las mías pasaban por cintas transportadoras, máquinas de selección y un sinfín de artilugios tecnológicos, las suyas eran tratadas con mimo, con esmero y con dedicación desde su inicio y, eso precisamente es lo que me hacía falta a mi empresa. Hasta el momento había empleado mucho tiempo en conseguir objetivos y ratios de productividad que por sus altibajos, no desencadenaban en ninguna parte, así pues pensé que, si empleaba más dedicación en escoger adecuadamente la procedencia del producto, a mis empleados y su formación, y, potenciaba sus cualidades innatas aplicadas a las necesidades de la fábrica, admitiendo que ellos pudiesen transmitirme también sus propias ideas sobre dicho tema, entre todos, podríamos alcanzar un resultado positivo. Esa perfección que mi hija, a simple vista, había detectado en sus manzanas, y que yo no hice, con mi mirada analítica que tan solo se paseaba por estadísticas, fue lo que me hizo tener en cuenta que cada paso en el proceso era igual de importante de principio a fin.

El Blog de María Serralba - ¿CONOCES AL SR. J?Algunos años han transcurrido desde aquel casual encuentro a pie de carretera con mi superior, y he de confesaros que nunca hubiese imaginado que la vida me iba a dar tal vuelco. Pero de todo ello me quedo con lo positivo, con las conversaciones en su despacho, con la camaradería de mis compañeros aceptando mis debilidades y elogiando mis habilidades y, con la sensación de ser afortunado al haberme puesto en el camino de aquel desconocido, que supo ver en mí algo que yo siempre había potenciado sin saber, y que no era otra cosa que mi deseo de superarme a mí mismo, día a día, aunque no sabía cómo, pero él sí.

<----- Leer el inicio del relato
©María Serralba

On 9:00:00 by María Serralba in ,    Sin comentarios
El Blog de María Serralba - ¿CONOCES AL SR. J?—Buenos días, buen hombre —me dijo muy amablemente—. Seguramente no se acordará de mí, soy el que le compré manzanas la semana pasada.

¿Que no me iba a acordar de él?, que chistoso, más bien había sido difícil no olvidarme de él, que no es lo mismo -pensé decirle-, pero al final no le respondí, en lugar de ello esperé a ver qué era lo que quería aquel tipo en esta ocasión.

—He preguntado en el pueblo, y me han dicho que estas manzanas las cosecha usted mismo, que son de su huerto, ¿es eso cierto?

—Así es, con estas manos, esta inteligencia que Dios me ha dado, y este sol que me achicharra todos los días y, por supuesto, siempre que el lumbago me lo permite —le respondí con tono sarcástico.

—Pues están buenísimas. A mi hija le han encantado, hasta tal punto, que me ha dicho que cada vez que pase por aquí le llevé una caja de sus manzanas.

¡Vaya!, si al final el tipejo va a resultar que tiene corazón -pensé, pero mis pensamiento fueron interrumpidos al oír que se dirigía de nuevo a mí.

—En verdad me gustaría hacerle una oferta.

—¿Una oferta? ¿A qué se refiere? El precio es el que es, no puedo bajar ni un céntimo más el kilo o, al final, voy a tener que comerme yo mismo mi propia producción.

—Tranquilo, hombre, que no me refería a eso. Mi oferta consiste en saber si le interesaría trabajar en una fábrica en lugar de hacerlo como lo hace, aquí, a pie de carretera expuesto a cualquier peligro.

—Pues claro que me gustaría, estoy en esto toda la vida y nunca me he visto como ahora, pero ya ve, a mi edad, es complicado que me ofrezcan un puesto de trabajo.

—En eso tiene toda la razón —me respondió—, aunque también es cierto que la creación de empleo es importante para reducir los desequilibrios sociales. Y yo, para contribuir en ello, podría ofrecerle un puesto de trabajo en mi fábrica, si usted está dispuesto.

El Blog de María Serralba - ¿CONOCES AL SR. J?
Aquello era verdaderamente sorprendente, un tipo como aquel, trajeado hasta las pestañas, y que por comer mis manzanas había decidido darme un trabajo, a ver, ¿quién se lo iba a tragar cuando lo dijese en la taberna del pueblo? Efectivamente, nadie, pero era tan cierto como que el sol me estaba dando en el cogote, y que las plantas de mis pies empezaban a hervir sobre el asfalto como huevos fritos.

Sin esperar mi respuesta, aquel hombre continuó hablándome.

—Ya sé que usted no tiene preparación alguna, pero creo que en mi empresa podría encajar perfectamente, siempre y cuando esté dispuesto a aceptar el desafío.

Pues claro que estaba dispuesto y así se lo hice saber a aquel individuo. A la semana siguiente estaba trabajando para él. El desafío que me proponía era permanecer en una de las naves de su fábrica seleccionando precisamente ¡manzanas! Cuando vi todas aquellas cintas transportadoras, llevando de un lado a otro de la nave cientos de miles de manzanas, casi me da un infarto. Si con mi huerto de cinco árboles ya me volvía psicótico, ¿cómo iba a cuidar de todas aquellas manzanas? Está claro que en muchas empresas emplean una filosofía de trabajo más enfocada al individuo que a la producción en sí, ya que este, en un principio, es el motor que genera que todo el conjunto pueda funcionar y avanzar con una mejor constante, pues bien, allí se empleaba este tipo de filosofía, la de la excelencia. Cada paso que se daba no era sin pensar, todo tenía una razón intrínseca, así fue también a la hora de asignarme una tarea. Mis ojos, desde pequeño, estaban tan habituados a diferenciar las piezas defectuosas de las perfectas, que empecé realizando dicha labor. Al principio me sentí un poco confuso, pero con el tiempo, llegué a adaptarme al lugar y a los cambios de tareas. Hacía lo que siempre había hecho, aunque resguardado de las inclemencias del tiempo, y sin el agobio que me suponía llegar a casa todos los días sopesando si había vendido suficientes manzanas o no para alimentar a mi familia. Además, podía seguir oliendo mis preciosas manzanas siempre que lo deseara.

On 9:00:00 by María Serralba in ,    Sin comentarios
El Blog de María Serralba - ¿CONOCES AL SR. J?Antes de iniciar el turno de entrevistas a personaje sumamente interesantes que nos rodean, en mi sección MARÍA PREGUNTA A..., he creído conveniente ofreceros un aperitivo, algo que está muy relacionado con el educativo e instructivo mundo de los #coach y #consultores, tanto personales como de empresa, por supuesto en versión relato, pero estoy segura que estos profesionales sabrán extraer el "jugo" que está implícito en él; a ver si alguno se anima, y comparte con nosotros su visión del mismo, si es así, que me envíame sus impresiones a mi correo para que pueda publicarlas.
El Blog de María Serralba - ¿CONOCES AL SR. J?
Hoy vamos a hablar del Sr. J, pero… ¿quién es este individuo?, os preguntaréis, pues fácilmente podría ser cualquiera de nosotros, sin embargo, el Sr. J se caracteriza por ser de esas personas que, de no ser nadie, supo aplicar no solo en su vida, sino también en su negocio, principios básicos que todos conocemos, pero, mejor, leamos primero su historia.

Hola amigos, soy el Sr. J, aunque toda la vida me han llamado Jaime, el de las manzanas.
Mi historia comienza en una tarde de sol insoportable. Me encontraba a pie de carretera vendiendo mis manzanas a todo aquel que pasaba con su vehículo cuando, de repente, uno de esos alocados conductores frenó en seco junto a mí, bajó la ventanilla del copiloto, e inclinándose sobre dicho asiento, vi como extendía su mano señalándome las cajas de manzanas que tenía perfectamente apiladas a mí alrededor.

—¡Deme unas manzanas! —me dijo casi en un grito.

Acostumbrado como estaba a que algunos vehículos parasen y, tras bajar sus ocupantes, mantuvieran una breve charla conmigo mientras yo les servía unas cuantas de aquellas esféricas y suculentas piezas de fruta, aquel tipo resultó del todo inusual, por no decir hasta estúpido. Ni se había dignado a bajar del coche, y mucho menos acercarse hasta donde yo me encontraba para, amablemente, y, tras decirme el «buenos días» de rigor, hacer su adquisición, así que decidí hacer odios sordos a su petición y giré mi cabeza hacia otra parte, pero ni con esas, aquel tipo no se dio por aludido, ni se movió, es más, volvió a insistir.

—¡Oiga!, que le he preguntado que, ¿a cuánto tiene las manzanas?

El Blog de María Serralba - ¿CONOCES AL SR. J?Si no fuera porque necesitaba el dinero para mi familia, a buena hora le hubiese respondido, pero, al fin, haciendo de tripas corazón, le contesté, aunque para contrarrestar su desaire, elevé en unos céntimos el importe del producto con respecto al precio que solía ofertarlo a los demás.

—De acuerdo, póngame una caja —me respondió tras decirle el importe del kilo, pero no contento con hablarme a través de la ventanilla, me pagó, y a continuación me indicó con un simple gesto, que yo mismo fuera el que le cargara en el maletero del vehículo la caja.

Nada más hacerlo pisó a fondo el acelerador, levantando con ello una gran polvareda que durante unos minutos me impidió seguirle el rastro con la mirada, solo lo logré cuando ya estaba a varios metros de distancia de mi posición. Rojo y con una pegatina de «Me gusta pescar», es lo único que pude memorizar de las características de aquel diabólico cuadrilátero con ruedas, eso, y el regusto amargo que me dejó el haber sido tratado como un «Don Nadie».

Uno de mis pensamientos ha sido siempre, que para ser un ganador, he de actuar de forma sostenible, es decir, mantenerme en mi sitio, no dejarme amilanar por menudencias como estas, así que proseguí con mi labor hasta el mediodía. Y pasó la semana sin incidente alguno. Las ventas seguían siendo esporádicas y yo, gracias a mi cosecha de manzanas —mi planificación mensual de tantas manzanas, tantas cajas, tantas semanas, tanto necesito—, y mi estrategia de ventas, podía seguir ayudando a mi familia, pero cuando llegó el lunes siguiente, de nuevo recibí la visita del desconocido. En esta ocasión su frenada fue más suave y controlada que la vez anterior, no tuve que retroceder hasta casi caerme en la cuneta y, tras parar el motor del vehículo, me sorprendió bajando de este y aproximándose hasta donde yo me encontraba.

«La fuerza inagotable que anida en mi interior, es la fuente de la que se nutre mi perseverancia por ver hecho realidad mi único deseo». Leimotiv de ©María Serralba

«Todo en la vida se puede llegar a lograr, tan solo es cuestión de TIEMPO, de DESEO, de ESFUERZO y siempre dotándolo con una generosa dosis de mucho AMOR». Da tiempo al Amor ©María Serralba

«Cuando la mente y el cuerpo están en perfecta sintonía, el ser humano es capaz de todo, y cuando esto no es así entonces... se puede esperar cualquier cosa de él». A la sombra de tu piel ©María Serralba

«En un mundo donde todo es sentimiento el sexo que tenga este carecerá de importancia». El Dios del faro ©María Serralba

«Todo el que se ensalza será humillado y el que se humille será ensalzado...». La estrella púrpura ©María Serralba

«Si la inspiración no viene a mí salgo a su encuentro a mitad del camino». ©Sigmud Freud

«Sin los escritores, aun los actos más laudables son de un día». ©José Augusto Trinidad Martínez (Azorín)

«Un autor de historias fingidas escribe el libro que quiere leer y que no encuentra en ninguna parte». ©Augusto Roa Bastos

«Existe una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad o la energía atómica y es, la voluntad». ©Albert Einstein

«Las personas solo cambiamos de verdad, cuando nos damos cuenta de las consecuencias de no hacerlo». ©Mario Alonso Puig